La finca fue construida por António Augusto Carvalho Monteiro, un acaudalado masón que incorporó simbología masónica y rosacruz en toda la finca. Las vidrieras del palacio representan símbolos masónicos como el Ojo que Todo lo Ve y la Escuadra y el Compás, mientras que otros elementos, como los pozos de iniciación y los símbolos esotéricos repartidos por la finca, también están asociados a estas sociedades secretas.